lunes, 16 de febrero de 2009

COMENTARIOS Y TESTIMONIOS DE LOS FIELES

claudia dijo...
hola!! la paz del señor: esta semana el señor me ha iluminado una lepra que padezco , que es el miedo..si me doy cuanta que tengo miedos muy arraigados en el corazón..que me paralizan ..que me hacen subestimarme y tener actitud de miedo, de tensión , de poca confianza en el señor . Me alegra que este tiempo el señor esté pasando por mi vida para sanarme y llevarme a la verdadera fé.lo necesito.¿bendito sea jesucristo!
14 de febrero de 2009 8:07
MI CAMINO DE DAMASCO


Quiero en esta ocasión, para beneficio de mis hermanos que aún están indecisos o faltos de entusiasmo, platicarles como fue que se llevó a cabo mi conversión.

Al igual que muchas gentes en el país, he padecido los vaivenes económicos a que nos han conducido las malas políticas de nuestros gobernantes; yo culpaba a la mala suerte por los descalabros económicos por los que pasaba. Debo confesar que yo buscaba a Dios, lo hacía de la manera que yo sabía: estudiando, leyendo, pero no estaba satisfecho. Soy un hombre de 56 años, dedicado a mi familia y a mi trabajo, pero algo me hacía falta. Ocasionalmente leía la Biblia, como leer cualquier otro libro, buscando ... tratando de encontrar ese “algo” para complementar mi vida. Diría mejor “para encontrarle sentido a la vida”. Pero un sentido profundo, trascendental .

Cargando con esa inquietud, espiritual o como ustedes quieran llamarle, llegué al año de 1996, en que tuve la fortuna de encontrar a nuestro Pastor, el Padre Celis; en ese momento lo pude achacar a la suerte, pues nos conocimos por la necesidad que él tenía de continuar con la construcción del templo. Como dije en un principio, la situación económica nos agobiaba al grado de no tener trabajo. Recuerdo que cuando llegamos a buscarlo, el Padre estaba oficiando. Estábamos muy preocupados y urgidos de trabajo para la supervivencia de nuestro equipo de trabajo, pues no teníamos obra para seguirles pagando. Nos quedamos de pie, en ese templo que no tenía completo el techo; no tenía piso, ni ventanas, ni puertas; pero el sacerdote oficiaba para un Templo que no es material, con fe, con devoción y pienso que así participaban los fieles.

Recuerdo que leía: “Al atardecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos a la otra orilla del lago”.

Despidieron a la gente y lo llevaron en la barca en que estaban. También los acompañaban otras barcas. De pronto se levantó un gran temporal y las olas se estrellaban contra la barca, que se iba llenando de agua. Mientras tanto Jesús dormía en la popa, sobre un cojín.

Lo despertaron diciendo “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”. El entonces despertó. Se encaró con el viento y le dijo al mar: “¡cállate, cálmate!”. El viento se apaciguó y siguió una gran calma.

Después les dijo: “¿Por qué son tan miedosos?, ¿todavía no tienen fe?”.... (Mc. 4:35,40).

En ese momento sentí que esas palabras me las estaba diciendo a mi, que sentía que la tempestad me iba a hacer naufragar. Sentí una gran emoción interna y renació en mi la esperanza de poder superar la situación que estábamos viviendo. Ese día, el Padre Celis nos entregó una cantidad de dinero para las obras del templo, confiando en nosotros sin conocernos. Para nosotros ese fue un milagro. No por el dinero, sino por haber encontrado lo que durante toda mi vida busqué. Ese fue mi “Camino de Damasco”. Pero aún más: Como el ciego de la Decápolis, “Jesús lo apartó de la gente, le metió los dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. En seguida levantó los ojos al cielo, suspiró y dijo: “Effetá”, que quiere decir “Ábrete”. Al instante se le abrieron los oídos, le desapareció el defecto de la lengua y comenzó a hablar correctamente.” (Mc. 7:33,35). A mi también se me abrieron los oídos y entonces escuché Su mensaje, tengamos fe, pues Dios sabe qué nos hace falta aún antes de que lo notemos.

A partir de entonces y bajo la guía del Padre Celis, he ido estudiando y aprendiendo, pero sobre todo, por la infinita bondad de Jesucristo para participar en la Sagrada Eucaristía y participar, modestamente, en la lectura de Su Palabra.

Sé que los problemas económicos no han terminado, pero ahora trabajo con más ánimo, pues estoy cierto de que Jesús nos lleva de su mano y no nos dejará caer.

Sergio Amaya S.
Acapulco, Gro. 09/05/97